Al pie del Calicanto

En nuestro tránsito habitual por las calles de Córdoba, ¿cuántas veces pasamos por Bv. San Juan y Marcelo T. de Alvear? ¿Alguna vez nos detuvimos a mirar una antigua y precaria construcción de piedras de unos cuántos centímetros de alto frente a La Cañada?

Se trata del único fragmento que sobrevive del famoso Calicanto, la antigua muralla que durante siglos sirvió de contención a las a veces indomables aguas de La Cañada.

En los primeros años de la colonia, el tranquilo arroyo se transformaba en un arrasador torbellino después de alguna lluvia de gran intensidad. Los registros históricos indican que desde 1623 hasta 1671 hubo cinco fuertes crecidas que dejaron gran cantidad de daños y muertos. Fue esa última crecida, la que decidió a las entonces autoridades a construir un muro de cal y canto rodado (de allí “Calicanto”), para contener a la embravecida Cañada.

El Calicanto, Belgrano esquina San Juan.
Foto: «Testigo y protagonista del siglo», La Voz del Interior, 1994

Durante muchos años, el Calicanto cumplió a duras penas su cometido. Hasta que en 1939 hubo una nueva crecida de grandes proporciones, que causó dos muertos e innumerables pérdidas materiales. Este último fenómeno, obligó a los gobernantes de la época a buscar una solución definitiva y se decidió “sistematizar” al arroyo con el actual muro de piedra que lo bordea en su paso por el centro de la ciudad.

Figueroa Alcorta esquina Colón
Foto: «Córdoba, Nuestra historia», La Voz del Interior, 2000

La Cañada y su muro sirvieron de línea divisoria entre el centro religioso y doctoral de la ciudad y el temido Abrojal, luego Pueblo Nuevo, hoy barrio Güemes. Sobre sus márgenes se tejieron diversas leyendas y mitos, como la de “la Pelada de la Cañada”, famoso fantasma de fines del siglo XIX y comienzos del siglo XX. Se lo describía como una mujer calva, de baja estatura, que asustaba a los trasnochados que volvían a sus casas orillando el Abrojal, intentándolos envolver con una túnica blanca. Aunque algunos comentaban que no solo asustaba, sino que a veces exigía dinero, joyas, o lo que su víctima llevara encima. Era “algo más” que un fantasma.

Cartel ubicado en Marcelo T. de Alvear al 200, plaza de la Intendencia

Otros eran muy temerosos de las “ánimas en pena” que habitaban en el lugar. Durante muchos años, contra el Calicanto las autoridades aplicaban la pena de muerte a delincuentes culpados por delitos graves, por ejemplo, por uxoricidio (Uxoricida: hombre que asesina a su mujer).


Afortunadamente, el paso de los años hizo que todos esos mitos y creencias fueran quedando en la memoria colectiva como parte del anecdotario cordobés y convirtieron aLa Cañadaen uno de los símbolos más representativos de nuestra ciudad. Su antiguo muro, el Calicanto, fue inmortalizado en los versos de “Luna Cautiva”, zamba del Chango Rodríguez:

Y divisé tu rancho a orillas del camino

a donde los jazmines tejieron un altar

al pie del Calicanto la luna cuando pasa

peinó mi serenata la cresta del sauzal.

7 Respuestas a “Al pie del Calicanto

  1. Siempre que escuchaba la zamba me preguntaba ¿que era el Calicanto … hoy me acorde de buscar y me quedó
    clarito, gracias por la referencia historica muy bien descripta ¡ahora se que es un CALICANTO!

  2. Gracias por desasarme, ignoraba totalmente que significaba. Ahora lo sé y me encanta conocer esas antiguas reseñas de la historia, poco comunes, que todos tendríamos que saber. Forman parte de nuestro acerbo histórico-cultural.

  3. Luna Cautiva es una de las más bellas canciones para aquellos quienes nos consideramos «selenófilos», es decir, que nos encanta la luna. El calicanto era todo un misterio para mí, inicialmente pensé que hablaba de algún cerro o montaña, gracias por esta reseña que pone todo en su lugar y le da un sentido aun más campero y romántico a la canción.

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